¿Recuerdas aquellos veranos en La Coruña? Qué poco sabíamos de la vida; qué desnudos la desafiábamos. Entre rocas surgieron los primeros besos: torpes, húmedos, sentenciadores. Nuestros amigos se reían. Nuestros padres desconfiaban. Pero mi abuelo, el más romántico de la familia, sabía que nosotros éramos como Bonnie y Clyde: rebeldes por naturaleza. Y aunque nunca lo imaginasen, lo conseguimos: esquivamos cada una de las balas.
Hoy estamos aquí, celebrando nuestras Bodas de Oro. Mañana seguiremos corriendo.
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