Se llamaban Alîm y Abdel. Eran como hermanos. Su mejor amiga era Utba: una vieja pelota de goma con ojos, nariz y boca. Alîm siempre ansiaba que llegara la tarde para poder jugar los tres.
Un día, Adbel, sin previo aviso, los sustituyó por un prohibido libro de filosofía. Tan traicionado se supo Alîm que confesó el secreto al mundo entero.
No volvió a saber de su amigo.
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